De pequeño jugué con Barbies y eso ‘no me hizo niña’

Adiós a los estereotipos

Cuando los padres fuimos niños, crecimos con los estereotipos de juguetes y colores. Las niñas de rosa y los niños de azul, las niñas muñecas y los niños carritos y pelotas. Yo crecí con dos hermanos y recuerdo que me podía pasar horas jugando fútbol con ellos y sus amigos a la edad de 9 años. En ese tiempo el fútbol sólo lo jugaban los hombres, sin embargo eso me ayudó para ganar algunos torneos en la preparatoria y en la universidad. Todos esos años que jugué fútbol no me convirtieron en “hombre” ni tampoco me hicieron “lesbiana”.

Cuando fui madre, un día encontré a mi hija de 3 años y a su tío-abuelo jugando a la “comidita” y a las muñecas, siempre encontró el amor para poder hacer a un lado su formación “machista” y poder jugar con su única nieta. Esas maravillosas horas de juego con mi hija, tampoco lo volvieron “mujer”, ni lo hicieron “gay”.

Una navidad Santa le trajo a mi hija un coche eléctrico de Barbie, pero los más emocionados eran mis dos hijos (más grandes que ella). Esas horas de complicidad interminable, a ellos no los convirtió en “niñas” ni tampoco los hizo “gay”, pero sí ayudó mucho para que mi hijo que es gay fuera descubriendo su identidad y su orientación.

Hace poco leí en su muro algo que me hizo darle sentido a esos estereotipos con los que yo también crecí y que de alguna forma también de niña, muy a mi manera intenté que mi madre pudiera entender cuando me veía jugar fútbol.

Este es el texto que mi hijo escribió:

“Cuando cumplí 5 años, veía las Barbies en la televisión y me encantaban (algo en mí, me atraía a jugar con ellas) y no entendía por qué Ken era tan diferente a mi (luego entendí que yo era solo un poco más bronceado que él jajaja) . A los 8 años de mi hermano, Santa le trajo a mi pequeña hermana un enorme castillo de princesas, una casita para jugar y un flamante Power Wheels de Barbie… Sí, los más emocionados éramos mi hermano y yo. Hoy poco a poco la sociedad,  las redes y los nuevos estándares han cambiado un poco las cosas,  pero no lo suficiente. Ahora tenemos un Ken moreno y con lentes, una Barbie chaparrita y una curvilínea. Sin embargo, la respuesta al porqué me gustaban las Barbies se reduce a ser gay. Mi hermano no lo es,  y disfrutamos algunas tazas de té juntos, un paseo por el coche de Barbie de nuestra hermana y un espectáculo de “Princesas sobre hielo” de la misma forma. Esto abre un exhorto a los papás de mi generación a dejar que sus hijos jueguen libremente con las Barbies y a las niñas con sus Hot Wheels, a terminar con los prejuicios desde la niñez y enseñarles que el rosa no significa nada más que, un color más de los tantos que les pueden gustar, basta de sexualizar los colores,  basta de decirle a sus hijos con que jugar y con qué no. El día que todos nos veamos primero como personas antes que como hombre o mujer, podremos hablar de igualdad. La educación de la igualdad de género, se enseña desde pequeños. #HeforShe #genderequality #IgualdadDeGénero”

– César

¡Y yo estoy muy de acuerdo con él!