El triunfo de Andrés Manuel López Obrador y de la izquierda en México representa es una oportunidad para reafirmar, de una vez por todas, los derechos LGBT+ en el país.
López Obrador se convirtió en el primer presidente electo de México en reconocer a la comunidad LGBT en su discurso de victoria.
“El Estado representará a rico y pobres, a seres humanos de todas las corrientes de pensamiento y de todas las preferencias sexuales, escucharemos a todos”, afirmó AMLO el 1 de julio en el Zócalo de la capital mexicana.
No sólo eso, el líder de Morena venció a José Antonio Meade y Ricardo Anaya, dos candidatos conservadores que se reunieron con el Frente Nacional por la “Familia”, un grupo antiderechos que promueve la discriminación hacia la población LGBT+.
En contraste, Olga Sánchez Cordero, propuesta como próxima Secretaria de Gobernación por AMLO, firmó los compromisos de la Coalición Mexicana LGBTTTI+.
Por eso, se abre una ventana de oportunidad para que la comunidad de la diversidad sexual pida, por fin, el reconocimiento de la igualdad y de todos los derechos.
En otros países, como en Argentina, Uruguay, España y Canadá, la llegada de un gobierno de izquierda ha impulsado la legalización de derechos como el matrimonio igualitario y la identidad de género.
En México, es momento de que ocurra lo mismo.
López Obrador llega con una legitimidad de más del 53 por ciento de los votos.
Su coalición tendrá la mayoría en la Cámara de Diputados, el Senado y en los congresos locales de 19 de 32 estados.
Además, seis personas abiertamente LGBT vencieron en candidaturas para el congreso federal, el de Ciudad de México, Puebla y Chihuahua.
Si hay voluntad, los próximos legisladores y funcionarios públicos de Morena pueden promover una agenda para la diversidad sexual.
Estas propuestas, como explica la Coalición Mexicana LGBTTTI+, no se limitan al matrimonio igualitario.
También incluyen el derecho a la no discriminación, acceso equitativo a servicios de salud, programas de prevención de VIH y el reconocimiento de la identidad de género.
Pero la participación de los ciudadanos LGBT+ será crucial.
Aunque AMLO se ha mostrado más abierto que los demás candidatos, también es cierto que ha sido ambiguo con los derechos de la diversidad sexual.
Su principal error de campaña fue aliarse con el Partido Encuentro Social (PES), una organización evangélica que ha cuestionado el Estado laico y cuya prioridad ha sido combatir los derechos LGBT+.
El PES no alcanzó ni siquiera el 3 por ciento de los votos en las elecciones federales, por lo que perderá su registro.
Aun así, candidatos emanados de este partido ocuparán más de 50 diputados federales y ocho puestos en el Senado.
Durante su campaña, AMLO no se reunió, de manera personal, con la Coalición LGBTTTI+ y en varias entrevistas reiteró que derechos como el matrimonio igualitario y la adopción homoparental deberían someterse a la consulta pública.
La presión pública hizo que su postura evolucionara y fuese más abierta.
Por ello, los ciudadanos LGBT+ debemos permanecer vigilantes y no desaprovechar la oportunidad histórica de lograr el reconocimiento de nuestros derechos.
Ha quedado claro que aliarse con grupos antiderechos, como el Frente Nacional por la “Familia” y el PES, no garantiza votos, sólo promueve odio y discriminación.
Pero, sobre todo, López Obrador debe entender que para que su gobierno sea uno que en verdad alivie la pobreza y reduzca la desigualdad, debe garantizar el acceso universal a derechos como salud, no discriminación, educación y empleo.
Y eso incluye a una población que históricamente ha sido marginada y excluida: la comunidad LGBT+.
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